¿Qué nos hace ser Maristas?
Nosotros vivimos la espiritualidad cristiana de una manera peculiar: mariana y apostólica. Es una espiritualidad encarnada que surgió de Marcelino Champagnat y se desarrolló después entre los primeros hermanos, quienes nos la transmitieron como una herencia preciosa. |
El carisma de san Marcelino Champagnat, presente en el Instituto de los hermanos, ha arraigado entre los laicos. A algunos de nosotros, Dios nos ha tocado y nos ha dado un corazón marista. Ciertamente, más que decisión nuestra, ha sido iniciativa de Dios. No podemos vivir de otra manera, somos maristas.
Marcelino es nuestra inspiración para seguir a Jesús. En él encontramos un modelo de vida cristiana que nos conmueve, nos seduce, nos impulsa cada día a superarnos en el seguimiento del único Maestro.
Champagnat, que se inició en el sacerdocio con dificultades en los estudios, que vivió toda su vida en aldeas, que se desgastó hasta la muerte para que los niños y jóvenes experimentaran el amor de Dios, es hoy un ejemplo que no sólo inspira a la familia marista. La Iglesia, al proclamarle santo, lo ha declarado modelo para todos los cristianos.
La Iglesia reconoce que la intuición de san Marcelino sigue viva hoy en nosotros y es un regalo de Dios para el mundo. La misión marista está llamada a multiplicarse hasta que, en todas las diócesis del mundo, los niños y jóvenes saboreen la ternura de Dios[i]. Los laicos maristas creemos que Dios nos llama a prolongar en la historia esta intuición, como seguidores de Cristo al estilo de Champagnat.
[i] Cuaderno 4 del P. Champagnat. AFM 132.4, p. 33, nº 6
2 Agua de la Roca
3 En torno a la misma mesa
4 Laicado Marista Provincia Ibérica
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