La experiencia obtenida en el bachillerato nos ha llevado a reconocer que la realidad educativa en general:
- No prepara para la vida
- Los planes de estudio no se adecuan a la realidad de cada comunidad o de la región.
- Hay una gran incoherencia entre los objetivos que se plantean y la práctica.
- No toma en cuenta las inquietudes y necesidades de los alumnos y comunidades.
- Existe una dependencia excesiva de los alumnos hacia los profesores, pues no se enseña a tomar decisiones.
- Sólo se enseñan contenidos y no el proceso para la producción de conocimientos.
- No impulsa una metodología que lleve a la dinámica de reflexión-acción continua, al contrario impulsa un método tradicional de memorización asimilación, etc., en donde el alumno es un objeto y no un sujeto.
- La evaluación en su mayoría es escrita y se basa especialmente en la memorización, no permite conocer el proceso ni lo que influyó en él.
- Impone valores de otras culturas.
- La educación en su mayoría mantiene la estructura de autoridad, las relaciones jerárquicas y no genera relaciones de igualdad y democracia, ayudando con ello a preservar y fortalecer el sistema político.
- No existe relación entre lo que se ve en la escuela y la vida cotidiana.
- No genera cambios desde y para las comunidades.
- La estructura está más en la organización magisterial sindical, que en función de los alumnos y sus necesidades reales.
Este tipo de educación genera frustración, conformismo, individualismo, hace que las personas tengan ideas y expectativas que no son acordes a su realidad y no les permite actuar ante ella. Lejos de generar cambios, promueve en la mayoría de los casos estancamiento y pasividad.
El hecho de poder tocar la realidad de quienes han sido nuestros alumnos y convertirlos en sujetos de transformación, con mucho esfuerzo, para después constatar que se logra percibir en ellos la formación hacia el compromiso comunitario y el anhelo de prepararse para servir mejor, así como un nivel académico que los posibilita para continuar estudiando, nos mueve a plantearnos desde una postura que reitera a la comunidad nuestro deseo de formar servidores comunitarios, capacitados profesionalmente para gestar con éstas auténticos procesos de desarrollo.
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